Convenio con el PMA para la ayuda alimentaria en el occidente de Honduras, un balance más allá de los números

El pasado mes de diciembre finalizó el proceso de entrega de alimentos en el marco del Plan Estratégico de País – Actividad 5 Respuesta a Emergencias del Programa Mundial de Alimentos (PMA), desarrollado en el occidente hondureño con el apoyo de la Fundación ETEA. Esta colaboración se inició en agosto de 2020 con motivo de la crisis de la Covid-19 junto al paso de los huracanes Eta e Iota.

En esta tercera fase del convenio PMA-Fundación ETEA, se ha coordinado el reparto de canastas de productos básicos de alimentación (harinas, arroz, pasta, frijoles, aceite, conservas,…) a 1.500 familias beneficiarias ubicadas en el Departamento de Copán, concretamente en los municipios de San Juan de Opoa, Dolores, Cabañas, Copán Ruinas, Florida y San Antonio. Esta cifra se suma a las 2.600 familias beneficiadas en el año 2020 y las 4.030 familias atendidas en 2021, en diversos municipios de los Departamentos de Ocotepeque y Copán.

Historias de vida al otro lado de los sacos de alimentos

Contarles que una de las historias de éxito fue poder llegar hasta la comunidad menos accesible como es El Prado, La Cumbre, San Juan, donde cada uno de los beneficiarios tuvo que recorrer más de 1 hora a pie y hasta donde el vehículo pudo llegar. No importó que tan difícil fue llegar, muchos de los beneficiarios eran ya señores mayores y señoras mayores quienes llegaron al sitio de entrega con sus familiares a traer cada saco de comida”, afirma Walther Melgar, técnico de la Fundación ETEA involucrado en la entrega de alimentos. Y añade: “Pude sentirme bien de haber podido ayudar a los demás, es lo mejor porque si bien mi trabajo estaba remunerado, para mí lo más importante fue hacer todo lo posible por llegar recorriendo ríos llenos y corriendo riesgo mi propia vida… el valor de cada canasta no es nada comparado con el esfuerzo realizado para lograr la entrega de la ayuda alimentaria”.

Doña Teresa Urbina Alas, de 42 años de edad y madre de un niño de 12 años y una niña de 8, vive en la comunidad de Hichules, en el municipio San Juan de Opoa (Departamento de Copán), con su esposo a quien le falta una extremidad de su cuerpo (el brazo derecho). Bajo el mismo techo también vive su suegra de más de 80 años de edad. Se dedica a realizar los trabajos domésticos y cuidado de los menores, mientras su esposo con la dificultad física se dedica al cultivo de granos básicos. “Agradezco a todos los que hicieron posible esta entrega de comida y por tomarnos en cuenta como beneficiarios. Nos sentimos felices porque nuestros hijos tendrán alimentos ricos”, comenta Doña Teresa.

En la comunidad de San Isidro, municipio de Copán Ruinas, vive el señor Vidal López, de 69 años de edad y con discapacidad en una pierna debido a accidente que tuvo al caerse de un árbol. Cuando se realizó el levantamiento de las encuestas, se había quedado fuera de las familias identificadas como beneficiarias, ya que su casa está lejos del caserío y nadie se acordó de él. Después del día de las encuestas alguien le comentó “ayer anduvo de casa en casa un muchacho encuestado y preguntando por cada uno/a de los del listado” y él respondió preguntando “¿y yo porque no salía allí?”. El líder de la comunidad le dijo que él se había olvidado de incluirlo el día en que había enviado el listado para la municipalidad de Copán. El señor Vidal le preguntó entonces “¿no saben cómo puedo poder acceder a una provisión?”. Entonces, el líder llamó al técnico de la Fundación ETEA, Wilmer Landaverde, y le solicitó que incluyera al señor Vidal. Wilmer pidió en ese momento la cédula y lo incluyó. Gracias a que se habían incluido sus datos, el lunes siguiente fue posible entregarle el saco de ayuda. Al recibirlo, dijo “nunca perdí la esperanza de que me ayudarían porque sinceramente si lo necesito, ya que yo cuido a pesar de mi problema de salud de mi pie, a 2 nietos y a mi hija y a mi mujer”. El señor Vidal López perdió sus granos (maíz y frijol) debido a las lluvias y no logró cosechar.