Entrevista a Cecilia de Arriba, coordinadora del proyecto Aprendizaje y Servicio Universitario

Cecilia de Arriba

 

Cecilia de Arriba Rivas se ha incorporado recientemente a la Fundación ETEA – Instituto de Desarrollo de la Universidad Loyola Andalucía como coordinadora del proyecto ‘El aprendizaje servicio universitario como herramienta de educación para el desarrollo en el ámbito de la educación superior’.

Hemos hablado con ella de primera mano para que nos avance algunas de las actuaciones que tiene previstas implementar en el marco del proyecto.

-Buenos días, Cecilia. En primer lugar, queríamos preguntarte cómo ha sido tu aterrizaje en la Fundación ETEA.

Desde el principio me he sentido muy acogida, tanto por el equipo de la fundación como por los profesores de la universidad involucrado en el proyecto: Eduardo Ibáñez, Ignacio Sepúlveda, Pablo Font, Pablo Pérez y Juan Antonio Senent.

Además, tuve la suerte de que, a las dos semanas de empezar a trabajar en el campus de Sevilla, me dieron la oportunidad de asistir a las I Jornadas de reflexión sobre las intervenciones de desarrollo que está realizando la Universidad Loyola Andalucía y pude conocer todos los proyectos que se están implementando a través de la fundación y el estilo de trabajo de las instituciones de la Compañía de Jesús. Esto me ayudó a entender cuál va a ser mi rol y qué papel cumple mi proyecto en la sociedad.

En cualquier caso, la Fundación ETEA no era ajena para mí, ya que estuve trabajando con Mª Luz Ortega, antigua patrona de la Fundación ETEA (ahora directora de la AACID), en un proyecto denominado “Actúa con Cuidados. Transforma la realidad”, de la ONG InteRed, en el que analizamos cómo a través de los cuidados se desarrollaban procesos de empoderamiento en las mujeres.

-¿Qué es lo que más te atrae de trabajar en el ámbito de la educación para el desarrollo (EpD)?

La verdad es que yo tengo un camino profesional muy concreto. Había estudiado Economía, entonces para mí la EpD fue como una nueva mirada al mundo. Cursé un máster en EpD y eso representó un cambio en mi carrera profesional. La EpD me ayuda a apreciar las relaciones Norte-Sur y cómo ello configura el mundo a nivel socioeconómico, cultural, antropológico…a todos los niveles.

He trabajado en diferentes proyectos en diversas ONGD, como Oxfam Intermón, Cruz Roja, InteRed, o la Fundación APY, así como en asociaciones y colectivos a nivel local. También estuve trabajando en una red de participación juvenil y tuve la oportunidad de vivir una experiencia internacional en una asociación local de un poblado cerca de Nairobi, en Kenia.

Ahora este proyecto de aprendizaje y servicio se me presenta como una oportunidad para trabajar en el ámbito universitario desde las temáticas que ya venía trabajando: juventud, compromiso social, solidaridad…

-Háblanos entonces del proyecto que coordinas. ¿En qué consiste exactamente el aprendizaje servicio universitario?

La metodología aprendizaje y servicio (APS) ayuda a los estudiantes a aprender ciertos conceptos de la asignatura de ética y humanismo de una forma práctica, a través de la experiencia en una ONGD. Esta actividad combina la parte formativa y de sensibilización social que llevan a cabo las ONGD con un análisis de necesidades desde el que los estudiantes podrán diseñar actividades y proyectos dentro de la comunidad en la que trabajan estas organizaciones.

A partir de septiembre pretendemos incorporar esta experiencia en diferentes asignaturas, aunque ya está resultando de gran interés para al profesorado. De hecho, se ha abierto las puertas a asignaturas que a priori no se habían considerado en el proyecto, dando pie a la celebración de un curso de APS que tuvo lugar en el campus de Sevilla, al que asistieron 14 profesores, y que también se ha realizado recientemente en el campus de Córdoba.

El impacto en el alumnado y la generación de transformación son dos de los elementos del proyecto que conectan con la misión de la Compañía de Jesús y de la Fundación ETEA, formando a jóvenes universitarios que, a partir de estas experiencias, desarrollen cierto nivel de conciencia con respecto a la justicia, la solidaridad y el compromiso social y las incorporen a su vida y a su carrera profesional.

En cuanto al proyecto en sí, está financiado por la AACID y cuenta con la colaboración de Entreculturas, Intered y Claver. Tras diversas reuniones con las tres ONGD, hemos acordado orientar las experiencias hacia la prevención de violencia machista en centros educativos, un proyecto de interculturalidad y convivencia, y varios proyectos sobre los derechos de los inmigrantes y de fronteras.

Esta iniciativa está pensada para implicar a 120 alumnos y alumnas al año, entre Córdoba y Sevilla y considerando los grupos del primer y segundo cuatrimestre, ya que se ofrece a toda la rama de la asignatura de ética y humanismo, que se da de forma transversal en todos los grados.

Si bien se incorpora dentro de la asignatura, la participación en el proyecto es voluntaria. Al alumnado se le valorará por su participación en la experiencia APS, pero no todos/as van a poder participar. Se tendrá en cuenta el compromiso y la disponibilidad del alumnado, con todo lo que ello implica. Es muy importante que los alumnos y las alumnas tenga interés tanto en las formaciones como en el servicio a la comunidad, porque las horas dedicadas a la experiencia APS contabilizarán como horas de la asignatura. Será un trabajo de 30 horas, y luego se deberá elaborar un diario de campo sobre su experiencia que también será evaluado.

-Entonces, ¿qué podemos esperar de este proyecto?

Confiamos en que este proyecto tenga un impacto positivo en los tres perfiles de participantes: el profesorado, el alumnado y las mismas entidades sociales. Se espera que el alumnado adquiera la capacidad para cuestionarse el contexto en el que vive, el concepto de justicia social, desarrollo, solidaridad, la ética, el compromiso social… y que los entiendan a través de experiencias reales.

En educación para el desarrollo no se habla de voluntariado puntual, sino de experiencias transformadoras que marcan un camino desde la sensibilización social hasta la participación e incidencia, que en este caso se materializa en esas actividades con la comunidad.  Nos preguntamos si esta conexión con el mundo de las ONGD puede abrir nuevos caminos de investigación tanto de profesores como de alumnado. Pensamos que este acercamiento ONGD-universidad puede traer nuevas miradas en los proyectos, nuevas contribuciones y nuevas colaboraciones para la investigación.

También pretendemos encaminarnos a crear un modelo definido para integrar esta actividad en el plan educativo y que perdure en el tiempo. Se están estableciendo nuevas relaciones con las universidades de Deusto y de Comillas, porque tienen experiencias de APS y plantean hacer un proyecto en red para la institucionalización del APS en las universidades, así que estoy muy ilusionada porque esto es el germen de algo que va a enriquecer la educación universitaria en el futuro.